“Se trataría de un estudio, espacial y temporalmente, totalizador de las sociedades y sus sistemas culturales “abarcar al hombre en toda su dimensión histórica y geográfica…
…Además, no son en absoluto en estas aportaciones fragmentadas donde debe fijarse la atención, porque cabrá el riesgo de darnos una idea doblemente falsa de una civilización mundial hecha como el traje de un arlequín (...) Los elementos son menos importantes que la manera de agruparlos, retenerlos o excluirlos de cada cultura. Y lo característico de cada una de ellas reside básicamente en su manera particular de resolver problemas, de poner en perspectiva los valores, que son aproximadamente los mismos para todos los hombres, porque todos los hombres sin excepción poseen un lenguaje, unas técnicas, un arte, unos conocimientos de tipo científico, unas creencias religiosa y una organización social, económica y política. Pero esta dosificación no es exactamente la misma para cada cultura, y la etnología moderna se acerca más a descifrar los orígenes secretos de esas opciones, más que elaborar un inventario de trazos inconexos”
(C. Lévi-Strauss, Raza e Historia: 74)
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